Hace un año atrás no hubiéramos imaginado nunca un escenario tan desafiante como el que nos tocó atravesar. Todo lo que más disfrutábamos hacer, viajar, recorrer, compartir, abrazar, súbitamente se convirtió en el mayor de los peligros. Nos vimos obligados a detenernos, a postergar encuentros, paseos, viajes, todo lo planificado y soñado quedó en pausa. Fue un año difícil, pero aprendimos.
Aprendimos, a fuerza de extrañar, cuáles son las verdaderas prioridades, aprendimos a valorar esos pequeños momentos de los que no habíamos llegado a calibrar su importancia, ejercitamos la capacidad de adaptación, practicamos la tolerancia, y pusimos el eje en el respeto y el cuidado por los demás y por nosotros mismos.
Así, de a poco nos permitimos volver a soñar, y nos dimos cuenta de que no hay nada más valioso que los instantes compartidos con los seres queridos, nada más importante que el lazo que nos une con la naturaleza, descubrimos que cada minuto cuenta y que queremos vivirlo hoy y ahora.
Por eso, desde Patagonia, deseamos que el próximo año podamos cumplir esos deseos postergados, pero sin olvidar todas estas enseñanzas que nos llevan a vivir en armonía con la naturaleza, con el entorno, con la sociedad y con nosotros mismos.
¡Felices Fiestas!